¿Quién dijo que los animales no tienen sentimientos? Ellos nos dan continuas muestras de lo contrario, y algunas de ellas son sencillamente enternecedoras. Como la de esta foca sensible que se quedó conectada de una niñita que acudió a verla al zoológico.
Ambas conectaron de una forma especial, y cada vez que la niña corría, la foca seguía sus movimientos al otro lado de su piscina. Pero lo más emotivo sucedió cuando la pequeña perdió el equilibrio y cayó al suelo: la foca se quedó mirándola con cara de preocupación.
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